El R-22 es actualmente conocido como uno de los refrigerantes más idóneos de la industria de la refrigeración y aires acondicionados por sus excelentes propiedades termodinámicas.
Un poco de historia sobre la invención del refrigerante
Entre 1928 y 1930 un grupo de científicos comenzó a experimentar con diversos compuestos químicos para desarrollar un refrigerante que cumpliera con ciertas características específicas, dentro de las cuáles se requería que no fuera un producto tóxico ni inflamable, y que además, pudiera emplearse en sistemas más compactos, todo con la finalidad de lograr una expansión en la industria de la climatización y la conservación de los alimentos.
Durante los estudios se descubrió la alta estabilidad de las combinaciones realizadas con el flúor, y posteriormente se experimentó con otros elementos químicos como el hidrógeno, el cloro y el carbono, permitiendo al grupo de científicos descubrir un compuesto químico denominado diclorofluorometano, que demostraba cumplir con las características inicialmente planteadas.
Más tarde se desarrolló un proceso comercial para la elaboración del refrigerante, y fue así como surgió la nueva línea de refrigerantes halogenados, siendo el primero de ellos el ya muy conocido Freón 12, que durante muchos años fue el refrigerante que dominó la industria. Subsecuentemente, surgieron los denominados Freón 11, Freón 21, Freón 114 y por supuesto, el Freón 22.
Mala recepción del nuevo compuesto
Las pruebas de seguridad y de eficiencia de los nuevos refrigerantes Freón fue exitosa, sin embargo, representaba un alto coste emplear este compuesto químico en los sistemas de aquella época ya que habría que adaptar los compresores y sistemas en general al nuevo refrigerante, además, sus características significaban más una seria desventaja, ya que al ser incoloro e inodoro, dificultaba en gran medida la detección de fugas, por lo tanto, era necesario el uso de nuevas técnicas para la reparación de estas y por supuesto, capacitar al personal para realizarlo.
El tiempo fue clave para que los refrigerantes Freón fueran aceptados, hasta el punto que los fabricantes de compresores y diseñadores adaptaran sus sistemas a las propiedades del nuevo compuesto. El personal técnico ya se encontraba capacitado para trabajar con refrigerantes Freón y el auge de la industria se incrementó en gran medida durante varias décadas.
Un nuevo tropiezo
Pasaron los años y las cosas parecían ponerse turbias una vez más para estos refrigerantes ante las sospechas de la degradación de la capa de ozono. Ante la falta de pruebas no hubo suspensión de uso del refrigerante ni de otros compuestos que presuntamente contribuían a tal efecto, y no fue sino hasta la década de los 80 que científicos de la NASA descubrieron un adelgazamiento de la capa de ozono sobre la Antártida, además, estudios demostraron que esto se debía a la liberación de gases que contenían cloro en su estructura química (como el HCFC del Freón 22).
Posteriormente, gracias a este descubrimiento, en 1987 se negoció un protocolo para la protección de la capa de ozono denominado Protocolo de Montreal, el cuál proponía reducir la producción y el consumo de sustancias que contribuyen al agotamiento de la capa de ozono, entrando en vigor el 1 de enero de 1989. De acuerdo a este protocolo, la eliminación de los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) será de manera paulatina hasta su total erradicación en el año 2030.
Soluciones a corto y mediano plazo para el uso del R-22
A pesar de lo estipulado en el Protocolo de Montreal y los serios daños que provoca la liberación del HCFC al ambiente, es importante mencionar que todavía se maneja el HCFC-22 en el mercado.
Ha habido rumores sobre que el HCFC para los aires acondicionados está completamente prohibido o que ya no están disponibles en los mercados, sin embargo, sí que es cierto que aún tendremos este refrigerante por varios años más, sin embargo, cada vez estamos más cerca de lo que se supone es la fecha de eliminación total de este compuesto, por lo que es importante prepararse para la utilización de sustitutos como el ya conocido R-410A, siendo la alternativa mayormente sugerida para el R-22, que si bien no contribuye a la destrucción de la capa de ozono gracias a su composición química HFC, se estima que puede tener otros efectos ambientales como el efecto invernadero, aunque de eso hablaremos en otra ocasión. De momento, advertir de los constantes cambios en la industria y tratar siempre de ofrecer las soluciones más actualizadas en materia de refrigeración y aires acondicionados.
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